7 oct 2010

La caída de Roma y el fin de la civilización

Hace poco me terminé La caída de Roma y el fin de la civilización (2005) de Bryan Ward-Perkins. Y me ha gustado. Me ha gustado mucho a pesar de que el libro defiende una idea central de la que no ha logrado convencerme. Eso sí, por el camino dice muchas otras cosas valiosas, y todo muy bien defendido, muy bien citado, y...y...¡maldición!, que cuesta trabajo llevarle la contraria.

Aparentemente Ward-Perkins defiende justo lo contrario a lo que decía Pirenne en su día: vamos, que vuelve a la idea de una extinción brusca y dramática del Imperio Romano.
Aparentemente, porque en realidad ambos defienden lo mismo en muchas ocasiones, la continuidad de muchos aspectos notables del Imperio en los reinos germánicos. El problema que tengo con Perkins no es lo que dice para el después de la caída, sino para el antes.

A ver, en los últimos tiempos algunos historiadores defendieron una visión muy rosa de la desaparición del Imperio como unidad política, sin violencias de ningún tipo y con muy buen rollo todo. La reacción vino en 2005 con dos británicos que recuperaban una visión más tradicional: Peter Heather y La caída del Imperio Romano y el señor que nos ocupa hoy.

Ward-Perkins defiende que el Imperio Romano fue brillante hasta los últimos momentos antes de la caída, que el nivel de bienestar de la gente era enorme hasta sus últimos días, que el campesino más humilde tenía acceso a productos de calidad, y que todo cambia por un único factor externo, chispa de todos los internos: las invasiones germánicas. Y que si Occidente cae y el Oriente no, es por mala suerte (como suena) y unos pocos errores de gestión. Vamos, ni decadencia ni causas sociales: conquista pura y dura.

Esto, que dicho así suena muy mal, lo defiende admirablemente bien y con sentido del humor: se nota que Ward-Perkins viene del mundo de la arqueología, y acude a una herramienta utilísima que todo estudiante de historia aprende a odiar con toda su alma: los putos cacharritos de cerámica. Con ellos demuestra una bajada dramática de la población a principios de la Alta Edad Media, un descenso en el comercio y en general en el nivel de vida.

Pero hasta que todo se acaba de golpe y porrazo, el Imperio se conservaba con una salud envidiable, como diría uno que yo me sé: Roma va bien.

Cosas que opongo:

Siglo III: el Imperio entró en una anarquía política y militar de 75 años en que hasta la guarnición del último pueblo de Britania nombraba a su propio emperador. Cuando se recupera el orden ya en el siglo IV lo hace Diocleciano partiendo el Imperio en 4 trozos, Constantino lo reunifica después, pero a partir de ese día, la división no hará sino agrandarse.
Vale, son cosas de política que en principio no tienen porque afectar a la población, pero después de 200 años de paz, que de repente se líen a guerras civiles por todas partes tiene que ser síntoma de algo.

Bacaudae y herejes: bandas de campesinos desheredados que sacuden todo occidente desde el siglo III. Como dice Ward-Perkins, en el siglo V las derrotas militares a manos de germanos alimentaron el descontento de estos grupos sociales y leyéndolo, da la sensación de que los bacaudae aparecen el mismo tiempo que los bárbaros, pero no llega a afirmarlo claramente. No lo afirma porque el caso es que los descontentos ya estaban ahí de antes. Puede que se hagan notar más con las sucesivas derrotas imperiales, pero en un Imperio donde, como defiende, el bienestar seguía llegando a todas las capas de la población, no se forman bandas de salteadores. Hace falta un descontento muy grande previo a la llegada de nadie desde fuera.

El avance del latifundismo: desde la anarquía del siglo III muchos habitantes de las ciudades y muchos pequeños propietarios que ya no podían pagar sus impuestos se ven obligados a ceder sus tierras a un gran propietario que los "protege" (en el sentido de "proteger" de El Padrino) mientras ellos seguían trabajando, pero ahora, como colonos.

Y, en general, la propia experiencia histórica: hay montones de ejemplos de Imperios que siempre tienen la misma presión en la frontera, pero que sólo se hace insoportable cuando se colapsan ellos solitos por dentro.

Ahora bien, tiene cosas muy interesantes:

Los romanos tuvieron la inmensa suerte de que sus invasores, si algo sentían por ellos, era admiración, y lo único que buscaban era participar de la riqueza material del imperio. Eso facilitó mucho las cosas para una posterior coexistencia de unos y otros, y la fusión de ambos pueblos. No dice lo mismo de los romanos, de los que cuenta que despreciaban a los germanos, y éstos, que tontos no eran, se daban perfecta cuenta, dando un par de testimonios interesantes al respecto:

En 393, el aristócrata romano Símaco llevó a Roma un grupo de prisioneros sajones con intención de que se matasen entre sí públicamente, en unos juegos gladiatorios que iba a celebrar en honor de su hijo. Sin embargo, antes de que los exhibieran, veintinueve de ellos se suicidaron del único modo que tenían a su disposición: estrangulándose unos a otros con sus propias manos. Para nosotros, su terrible muerte supone un valiente acto de desafío. Pero Símaco entendió su suicidio como la obra de un «grupo de hombres más viles que Espartaco» que había sido enviado para ponerlo a prueba.

Además señala un aspecto para mí fundamental en la derrota militar del Imperio: la sociedad romana estaba hiperespecializada, los romanos compraban su cerámica a talleres profesionales, las ciudades importaban los productos agrícolas de un campo especializado y confiaban su defensa a un ejército profesional. Los germanos no tenían esta especialización, así que mientras todo varón (y si era necesario toda mujer) germano era un guerrero en potencia, una vez desmantelada una legión romana no era tan fácil de reponer, y lo mismo ocurre con lo demás: acabar con la industria de un sólo lugar suponía dejar sin abastecimiento a regiones muy alejadas incapaces de producir por sí mismas incluso los bienes más básicos. Los pueblos menos complejos eran los más autosuficientes. Imaginen si eso ocurriese hoy: el Ikea consistiría en tener que ir al bosque a cortarse los maderos uno mismo. Un drama.

Pero en fin sigo pensando que hubo decadencia previa. En cuanto a las causas de ésta...un estudioso alemán se dedicó en 1984 a glosar todas las posibles causas de la decadencia que se habían ido alegando en la historiografía: reunió 210. Incluyendo las más chorras como la ¡impotencia! (Cipolla hace buena burla de esto en Allegro, ma non troppo). Y yo, como todo hijo de vecino, tengo mis propias opiniones...pero las veremos en el próximo episodio que ya me estoy colando.

Entretanto los invito a que opinen: ¿decadentistas o rupturistas?

9 comentarios:

Grupo NT dijo...

Buen artículo.

Me he acordado leyéndolo lo que dijo un profesor de historia contemporánea de España: " cuando en Roma se perdió el servicio militar obligatorio, la defensa del país, es decir, el ejército, estaba confiado a extranjeros (mercenarios, no olvidemos que el ejercito romano era de todo menos romano), y el nivel de calidad de vida fue tan alto que en Roma no pagaban impuestos porque no les hacía falta y la sociedad llegó a ser muy sibarita, llegaron los germanos y no les costó nada vencerlos"

No con esas palabras, pero en el fondo fue eso lo que dijo y me parece bueno, la clave, los romanos debían haber aportado más a su patria antes que dejar que otros lo hicieran. El Imperio,al fin y al cabo, era una extensión de Roma.

Angelus

Kike dijo...

Decadencia, sin lugar a dudas.

Me niego a creer que se pasó de golpe y porrazo de las epopeyas bíblicas del Hollywood de los 50 a una "Edad oscura" de niebla permanente, olores intensos, gente malhablada y conexión a internet de 56k

Anselmo F. Alonso dijo...

Angelus: hay algo que dices con la que no estoy del todo de acuerdo, a lo mejor visto en la distancia nos parece que los romanos deberían haber aportado más, pero es que sencillamente el sistema no estaba montado así, no me gusta hacer paralelismos, pero imagina que hoy en día ocurriese algo parecido: sería impensable que cualquiera de nosotros pudiese reciclarse en un ser autosuficiente, pero claro, esa "debilidad" también fue en parte la responsable de poder montar una sociedad de una sofisticación hasta entonces impensable. Vamos, no creo que fuesen "vagos" o viviesen una decadencia moral, el mundo estaba cambiando y pocas opciones había de evitarlo. Pero es sólo una opinión, claro.

Kike: ostras, ¡conexión de 56k! además no olvide que se tenían que bajar todo con el Kazaa, y pasaba lo que pasaba, que entraban un montón de virus.

Anónimo dijo...

Hola! La de cultura que hay en este blog! Hoy tengo una pequeña avería con la calefacción que estoy intentando arreglar pero prometo volver y leer atentamente, además es que me encanta la historia, de hecho cuando no la estoy leyendo o estudiando la escucho por la radio, que hay algunos programas buenísimos, lo malo los horarios! un abrazo :)

Anónimo dijo...

Hola! Volví como te dije :) la verdad que no tengo ni idea del colapso del Imperio Romano pero es bastante lógico pensar que llevara su tiempo y que empezara desde dentro, aunque la historia antigua no es muy fuerte, conozco más o menos la primera dinastía porque me encantan sus emperadores, hay cada genio y figura, pero no sé como fue el final del imperio.
La prehistoria me parece con todo el respeto para quien le guste, un auténtico coñazo, no la evolución del hombre que eso es interesante, me refiero a la industria lítica y todo eso pfff un saludo :)

Anselmo F. Alonso dijo...

Vir: la Prehistoria es como las matemáticas o los idiomas... depende de quién te la cuente para que te guste, porque se puede ir más allá de los cacharritos (que son importantes). Aunque nunca le puedo dedicar el tiempo que me gustaría, a mi sí me gusta la Prehistoria, sobre todo hacia el final, Edad de los Metales y tal. Pero como todo el mundo, cuando me ha tocado estudiar "cacharritos" o "ñoscos" como yo llamaba a las industrias líticas he maldecido y blasfemado como el que más.
La verdad es que es bastante difícil encontrar a quién le guste.
Y encantado de que vuelvas :)

Anónimo dijo...

Tienes razón, porque cuando cojo los libros me parece horrible pero cuando empiezo a atar cabos y leer algo más allá de los libros de estudios, entonces es cuando le encuentro su punto interesante, pero me está costando, además al no tener mucho tiempo uff, pero yo recurro siempre a la frase esa que dice: Todo es muy difícil antes de parecer sencillo.
Este finde escuché en un programa algo sobre el hombre de Flores, contado de tal manera que me fascinó.
Siempre que entro aquí me viene a la cabeza Froid jaja un saludo :)

Uriel dijo...

Hola, Hans. Muy buena entrada.
La verdad yo creo que una no puede dejar de lado a la otra. Puesto que sin decadencia se le habría hecho difícil a los bárbaros conquistan tan gran imperio; y sin una ruptura de algo (no necesariamente una invasión Bárbara) no hay un punto de comienzo par una decadencia.
Sin embargo es una opinión personal. Y por cierto, si debo elegir una supongo que la decadencia tiene mas peso.
Saludo y hasta pronto.
Uriel

Unknown dijo...

Hola Hans, pues... yo se poco del tema, eso si, me parece que voy a aprender mucho de el en tu blog, así que por ahora no me decanto por ninguna de las dos opciones aunque una me parece mas lógica (que no quiere decir que lo sea) y es la de la decadencia, pero como te dije seguiré aprendiendo y ya veremos que te digo dentro de un tiempo ;)

Saludos.

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