Dentro de la historia de la fiscalidad, la historiografía actual se ha centrado en superar el marco institucional para ocuparse del ejercicio del poder o las consecuencias sociales de la fiscalidad. Esta tendencia viene siendo conocida como nueva historia fiscal.
¿Cómo se recaudaban impuestos —de verdad— a finales de la Edad Media?
Hoy lo llamaríamos «colaboración público-privada»: la Corona hacía una estimación de cuanto cree que se puede recaudar. Luego sacaba a subasta el cobro de ese impuesto: previo pago de una cantidad, el arrendador se queda con lo que recaude. La Corona recauda menos de lo que podría (si no, no habría margen de beneficio para el arrendatario) pero a cambio:
- Obtiene el dinero en mano y de una sentada.
- Se ahorra una suma importante en funcionarios que vayan cobrando casa por casa.
Además de lo puramente económico, el arrendador tenía otras ventajas:
- Arrendar ciertas rentas coloca en posiciones ventajosas el tráfico de determinados productos. Esto ayuda al arrendador a fortalecer sus propios negocios.
- Fortalece sus lazos con la Corona.
Excelente de oro de los Reyes Católicos. Fuente: http://www.fitzmuseum.cam.ac.uk/ |
Las subastas de rentas eran un proceso administrativo muy complejo que duraba semanas o meses, y en el que participaban un gran número de personas entre oficiales, financieros, licitadores, testigos, fiadores y fieles. Para que esto funcionase de forma debida, todos los agentes —desde el arrendador mayor hasta el perceptor, o cogedor encargado de cobrar el tributo— colaboraban en el complejo régimen de arrendamiento, recibiendo por su participación una serie de beneficios acordes a su implicación.
No es difícil imaginar que los que pujaban en el Estrado de las Rentas querían una cosa: obtener las rentas en las mejores condiciones y al mejor precio posible.
Desde los últimos Trastámaras, a través de los llamados «cuadernos de rentas», los sucesivos reyes castellanos fueron legislando e incorporando una normativa en los llamados «cuadernos de rentas»:
los cuadernos de alcabalas son los que la presentan más completa y sistemática, y muchas de sus normas se extendían a todos los demás impuestos y derechos. La serie se inicia formalmente en 1377 y finaliza en 1491. En PARES están digitalizados los de Enrique II y
los Reyes Católicos.
Más de un siglo de experiencia arrendando rentas como las alcabalas, registran una gran cantidad de actuaciones fraudulentas perfectamente localizadas, detalladas y sancionadas. En general los Reyes Católicos gobernaron su Hacienda con rigor, aunque dicha fiscalización no era sinónimo de constricción, pues fueron Fernando e Isabel los primeros monarcas conscientes de las posibilidades de su Hacienda -y del control que podían ejercer sobre ella-y facilitaron y flexibilizaron el acceso a las subastas de las rentas, fomentando la limpieza, la transparencia y la igualdad de oportunidades en los arrendamientos. Los cuadernos, con un espíritu bastante moderno querían que:
«todos los que quisieren pujar tengan libertad para pujar la cuantía que quisieren» (disposición 53 del cuaderno de alcabalas de 1491)
Por eso casi cualquier lugar de la Corona castellana era aceptado para recibir pujas, que se depositaban ante notario y luego viajaban a la sede del Estrado de las Rentas.
A pesar de las buenas intenciones, tanta flexibilidad acabó beneficiando a grandes compañías de arrendadores cuya red clientelar se extendía por buena parte de la geografía castellana. Como los contadores tenían la obligación de hacer públicos los plazos en que se adjudicaban las rentas, los principales financieros se quedaban en la sede del Estrado mientras sus clientes tenían orden de que a una hora determinada, justo antes de fin de plazo y en un lugar alejado se hiciese un última puja. La subasta se daba por concluida hasta que días después llegaba a la Corte la noticia de esta última puja, que como había sido hecha en plazo, tenía que ser aceptada.
Prohibir las pujas fuera de la Corte iría en contra de los intereses del monarca, pero permitirlas daba lugar a los más variados fraudes. Se optó por una solución intermedia: las pujas seguirían siendo aceptadas bajo juramento de no tener relación con los financieros que en ese momento estuvieran en la Corte, a los que se prohibía que enviasen a «sus hombres» fuera (1446). Y es que los cuadernos alertan sobre fraudes realizados mediante testaferros que se dedicaban por ejemplo a mantener las pujas en un nivel artificialmente bajo, para ello mandaron que las pujas que se realizasen en la Corte prevalecieran sobre las que se hicieran fuera de ella cuando la cantidad fuese la misma.
Incluso con todos estos esfuerzos, para finales del siglo XV las principales rentas castellanas caían en manos de grupos de finacieros que intentaban monopolizar el negocio fiscal casi por completo, tal era el caso de la compañía de Abraham Seneor, Abrahem Bienveniste y el converso Luis de Alcalá, y la compañía rival de Alonso Gutiérrez de Madrid, Juan Díaz de San Ginés, Fernando de Villareal y García de Pisa. Y es que a pesar del entusiasmo de los Reyes Católicos en sanear su hacienda, al final siempre había manga ancha con los financieros cuando la Corona:
- Los necesitaba económicamente.
- Necesitaba liquidez o asegurarse la colocación de un gran número de rentas.
- Tenía que devolver ciertos servicios.
Aún más, este reinado tuvo un activa política exterior que se tradujo en una necesidad cada vez mayor de financiarse a través de préstamos de particulares. Los reyes tuvieron que utilizar un doble rasero a la hora de tratar a los grandes financieros y a la hora de luchar contra el fraude. Prácticas tan escandalosas, y tan denunciadas, como la de adjudicar rentas sin pregones y sin subasta, fueron admitidas. Ya no es que el juego no fuera limpio y transparente por parte de los licitadores, sino que finalmente acababa siendo la mano de la Corona la que decidía quiénes se convertirían en sus arrendadores.
Ortega Cera, Ágata; "Arrendar el dinero del rey. Fraude y estrategias financieras en el Estrado de las Rentas en la Castilla del siglo XV" en Anuario de Estudios Medeivales, n 40, 2010.
2 comentarios:
Hola:
En un tuit de hace un rato has escrito:
"El PSOE puede haber invadido Polonia si quiere. Que yo, con gente que expulsa de manifestaciones no quiero tener cuentas."
En primer lugar tengo que decir que expulsar a personas de manifestaciones no es algo que me guste y no lo defiendo en absoluto pero desde luego que López Aguilar vaya a una manifestación contra los desahucios tiene mucha guasa, por decirlo finamente. Este tipo era Ministro de Justicia cuando se impulsó el desahucio express.
Yo tampoco quiero tener cuentas con gente que expulsa de manifestaciones, pero tampoco quiero tener cuentas con gente que expulsa a familias sin recursos económicos a la calle. No sé qué acción es peor y causa más daño.
No sé a ti pero a mí me parece poco menos que una provocación lo de López Aguilar, es como si el verdugo asiste al velatorio del ejecutado.
Todos tenemos derecho a manifestar libremente nuestras opiniones pero ya somos mayorcitos para saber que muchos políticos tan solo se mueven por interés y por imagen. Y este me parece un caso palmario. Tanto López Aguilar como Talegón se han sumado a la manifestación al final de la misma y para hacerse la foto, no seamos ingenuos.
Y para terminar, por lo que parece no se les ha expulsado de la manifestación ni se les ha zarandeado, tan solo se les ha abucheado. Creo que el abucheo es una forma de expresión a la que todos tenemos derecho.
Un saludo y espero no haber molestado.
No, no molestas en absoluto, aunque preferiría que los comentarios tuvieran que ver con la entrada. Quizás en twitter hubiéramos podido hablarlo igualmente, no sé.
Si te digo la verdad, Talegón ni siquiera me cae bien o me parece renovadora. Y tampoco sé si iban a hacerse una foto o si estaban en calidad de disidentes con su partido (que en el caso de Aguilar sería bastante poco creíble).
Pero dos cosas:
1)Por mucha rabia o muy hipócrita que parezca, abuchear a alguien de un partido más o menos relevante que está manifestándose por lo mismo que tú es poco inteligente, por muchas razones. No lo mires en términos de víctimas-verdugos: míralo en términos de qué se puede conseguir en un momento dado.
2)Y soy consciente de que sólo ha sido un abucheo, pero es lo suficiente para que alguien con mala idea califique la manifestación como de «exaltados». Y eso también es contraproducente.
Si quieres, podemos seguir la conversación por correo.
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