2013 está siendo el año de la capitalidad cultural europea de Marsella. En el blog de Europeana nos enseñaron hace unas semanas una selección de contenidos relativos a la ciudad disponibles en el portal.
También cuentan la anécdota de la «jirafa de Marsella». En 1826, el virrey otomano de Egipto, Muhammad Ali regló una jirafa al rey Carlos X de Francia. Antes de seguir camino a París, el animal pasó el invierno en Marsella paseándose por la ciudad y comiendo las manzanas que las marsellesas le ofrecían desde los balcones. Louis-François Jauffret escribió un folleto con tres poemas de contenido humorístico-satírico con la jirafa como pretexto, y recordaba que era el segundo animal de esa especie que se veía en Europa desde aquella que regalaron a Lorenzo de Medici en 1486.
Los reyes francos deben tener una gran tradición de animales exóticos como compañía: su más ilustre predecesor fue Carlomagno que en el año 802 recibió al judío Isaac con el presente de un elefante que le enviaba el califa Harum al Rashid (el de las Mil y Una Noches).
El 20 de julio del mismo año llegó Isaac con el elefante y otros presentes enviados por el rey de los persas. Los depositó todos en Aquisgrán ante el emperador. El nombre del elefante era Abulabaz [1].
Abulabaz vivió al menos ocho años en Aquisgrán, pues la entrada de los anales de Eginardo correspondiente a 810 nos cuenta que falleció aquel año.
[1] Anales del Imperio Carolingio: años 800-843, Akal.
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