Una de las cosas que más nos gustan en este blog es echarle un ojo a viejos mitos medievales: estas ideas fijas, muchas veces erróneas no sólo las tenemos en Occidente. Hoy por ejemplo toca mirar un poco a Bizancio. El historiador Edward Gibbon nos dejó la imagen de un imperio oriental corrupto y en permanente decadencia. Una sociedad blanda, que volvía la espalda a la guerra y prefería pagar a otros para que lucharan por ella.
Una cosa es cierta: los invasores musulmanes a los que se enfrentaron los bizantinos durante largos siglos venían con más potencial humano y sin duda con mucha más moral. En campo abierto los bizantinos no tenían ninguna opción, así que no les quedó otra que el abandono de las tácticas romanas y sobre todo de unos valores que premiaban la disciplina y el valor. En su lugar hubo que aguzar la astucia y el ingenio. Dicho de otro modo, Bizancio se pasó a la guerra de guerrillas.
El procedimiento habitual consistía en:
- Se deja entrar al enemigo.
- Se deja que saquee a su gusto.
- A continuación se pone en marcha una política «tierra quemada».
Constante II y su hijo en un hexagrama bizantino. Fuente: Wikipedia. |
Pero antes de todo, el ejército bizantino tenía una primera misión fundamental que era la de evacuar a la población civil. Con este fin, a mediados del siglo VII, el emperador Constante II llenó Asia Menor de fortalezas-refugio para civiles.
En la segunda fase, fuerzas compuestas exclusivamente por caballería se dedicaban a emboscar y acosar al enemigo. El invasor se encontraba con que tenía que salir de un territorio hostil en el que no podría aprovisionarse y cargando con un pesado botín; aquí entraba en juego la infantería, que se limitaba a la defensa de bastiones y al contraataque una vez que el enemigo se retiraba a través de pasos fronterizos.
En todo esto era vital un buen servicio de inteligencia, vigías cuya misión era mantener contacto visual con el enemigo en todo momento. Un sistema de enlaces transmitían la información al general emboscado. Todo esto está detallado en varios manuales de la época, uno de los más famosos fue encargado redactar por el emperador Nicéforo Focas en la década de 960 (el mismo al que debemos la decoración musivaria del mihrab de la mezquita de Córdoba).
Castillo de San Hilarion en Chipre. foto: George M. Groutas. Licencia. |
Bizancio no sólo planificaba con cuidado la guerra, sino que es posible que esta tenga algo que ver con la evolución del propio urbanismo. A principios del siglo VIII el Imperio entra en una fase de fuerte decadencia urbana en la que los únicos centros de importancia que sobreviven son las capitales de los temas, a las que las élites trasladan su residencia. No por casualidad, estos temas eran fruto de una reorganización administrativa de fuerte sello militar.
El Imperio Bizantino no era una sociedad blanda, más bien era justo lo contrario: una sociedad en permanente estado de sitio, fuertemente militarizada e implicada de arriba abajo en la guerra.
Bennett, M. La guerra en la Edad Media, 2009, Akal.
Bennett, M. La guerra en la Edad Media, 2009, Akal.